Volver a lo fundamental
En la era de la IA tendrá más valor saber cómo generar cultivos más eficientes que programar.
En mi obsesión por aprender, y tras escuchar por todos lados que toda carrera en el futuro dependerá del análisis de datos, decidí estudiar una certificación. Es un programa online, dictado por IBM. El segundo modulo se concentró exclusivamente en aprender atajos y fórmulas avanzadas para limpiar bases de datos y crear tablas. Tanto trabajo para que una semana después de haber terminado mi hermano me compartiera una aplicación gratuita que usa Inteligencia Artificial para procesar hojas de cálculos de Excel en cuestión de minutos. A través de texto normal, se puede pedir a la aplicación (Row 2.0) que arme tablas, gráficos, analice los datos, tendencias, etc.
La aplicación aún está en desarrollo y no siempre cumple con las tareas que se piden. Pero no pude evitar pensar en que pronto lo hará, y de seguro hay otras disponibles o incluso más avanzadas. Tampoco pude evitar pensar de inmediato en las palabras de Jensen Huang, CEO de Nvidia, quien hace muy poco aseguró que la prioridad de la educación no debería ser aprender a programar.
¿Para qué? Si hoy podemos pedir, a través de nuestro propio lenguaje, a una interfaz de IA de nuestro gusto que diseñe y programa un software, además de cientos de otras tareas. “Ahora todo el mundo es programador. Este es el milagro de la inteligencia artificial”, dice Jensen (minuto 18’25”).
Esto significa, y creo que tiene razón, que la ventaja tecnológica entre países desarrollados y emergentes se reduce. Ya no necesitamos, y lo haremos aún menos en el futuro, a graduado del MIT para diseñar aplicaciones tecnológicas que nos ayuden a aumentar nuestra productividad o generar nuevos negocios.
En este mundo “menos desigual” en lo que a programación se refiere, Jensen plantea que la ventaja competitiva la tendrán “el país, la gente que descubra cómo resolver problemas específicos en biología o en educación de los jóvenes, en manufacturas o agricultura”. Áreas consideradas hoy de la “economía tradicional”. Y, sin embargo, ahí es donde el CEO de la empresa en el corazón del desarrollo de la IA ve el futuro. Estos expertos “pueden usar la tecnología disponible, tienen computadoras que pueden hacer lo que les pidan”, agrega.
Sus palabras me recordaron a algo que me dijo el economista Simon Johnson cuando lo entrevisté por la publicación de “Poder y Progreso”, su último libro junto a Daron Acemoglu. “Estoy leyendo y guardando solo literatura y escritos offline. Ese es el conocimiento original que va a quedar”.
Nuevamente, volver a lo fundamental. Primero, ser maestros de nuestro propio lenguaje. Luego, desarrollar habilidades y conocimientos que resuelven problemas básicos de nuestra vida: cómo nos alimentamos, cómo aprendemos, cómo nos curamos.